Del punto invisible
en el horizonte
se maman los cuerpos
y palpan la luz
hasta desvanecerse en sortijas
de leche,
y cubrir un contorno,
con acero trizado.
En su núcleo se ahoga
la brisa,
recreando al sin verso
de su canción espacial.
Y de a poco se tocan
esos dedos sin lana
revistiendo cascadas
de rojo arenal.