jueves, 6 de julio de 2017


y ahora que las manos
son pálidas vertientes
de mundo
el cielo podría erizarse
corriendo como un niño
a los brazos
de la tierra

en pleno Obelisco
observo tu brisa
deslizarse sobre
el diluvio
de la gente

las calles se agachan
dan paso a la fricción
de las vidrieras
cada vez más angostas

disminuidas por una presión
insostenible

tus estuches
          tus rocas pequeñas
                     de microscopios volcánicos
se agitan
en una ciudad
que duerme
de reojo