Sí
y ahora que las manos
son pálidas vertientes
de mundo
el cielo podría erizarse
corriendo como un niño
a los brazos
de la tierra
en pleno Obelisco
observo tu brisa
deslizarse sobre
el diluvio
de la gente
las calles se agachan
dan paso a la fricción
de las vidrieras
cada vez más angostas
disminuidas por una presión
insostenible
tus estuches
tus rocas
pequeñas
de
microscopios volcánicos
se agitan
en una ciudad
que duerme
de reojo
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